La Gente mas Feliz. Por Nicholas D. Kristof, columnista del New York Times
08/01/2010
Traducción de Gerardo Chaves para La Nación.@nacion.com
Invertir en educación en vez de armas, ha rendido altos dividendos a una nación como Costa Rica
Bueno, ¿cree que es coincidencia? Costa Rica es uno de los pocos países que ha abolido el ejército y también se puede argumentar que es la nación más feliz de la Tierra.
Hay varias formas de medir la felicidad en los países, todas inexactas, pero esta perla centroamericana sale sorprendentemente bien, sin importar el sistema que se emplee. Por ejemplo, la Base de Datos Mundial de Felicidad, recopilada por un sociólogo holandés, basado en las respuestas a encuestas que llevan a cabo Gallup y otras organizaciones, sitúa a Costa Rica en el primer lugar de 148 naciones. Eso, debido a que los costarricenses, a quienes se pidió calificar su propia felicidad en una escala de 10 puntos, dieron un promedio de 8,5. Dinamarca le sigue con 8,3, Estados Unidos se ubica en el puesto 20 con 7,4, y Togo y Tanzania componen la retaguardia con 2,6.
Los eruditos también calculan la felicidad al determinar “años de vida feliz”. Esta cifra resulta de fusionar el promedio de la felicidad propia que se reporta, como se mencionó, con la expectativa de vida. Utilizando este sistema, Costa Rica fácilmente ocupa de nuevo el primer lugar. Estados Unidos ocupa el puesto 19 y Zimbabue viene de último.
Un tercer enfoque es el “índice del planeta feliz”, desarrollado por la New Economics Foundation , un centro de estudios. Este combina la felicidad y la longevidad, pero hace ajustes para el impacto ambiental, tal como el carbono que los países emiten.
Aquí, de nuevo, Costa Rica sale victoriosa por lograr satisfacción y longevidad en una forma ambientalmente sostenible. La República Dominicana se ubica en segundo lugar, los Estados Unidos en el 114 (por su descomunal huella ecológica) y Zimbabue está de último.
Tal vez la satisfacción costarricense tenga algo que ver con la oportunidad de explorar deslumbrantes playas en ambas costas del país, cuando uno no está admirando los perezosos en la selva (los perezosos en verdad son indolentes; descubrí que son las tortugas arbóreas). Costa Rica ha desarrollado una tarea inusualmente buena en la conservación de la naturaleza, y de seguro que es más fácil ser feliz mientras uno se solaza al sol y lo verde, en vez de tiritar en el Norte y sufrir de “desorden de déficit de naturaleza”.
Después de arrastrar a mi hija de 12 años por los tugurios hondureños y las aldeas nicaragüenses en este viaje, ella quedó encantada cuando vio una playa costarricense y caminó por un parque nacional. Entre sus animales favoritos ahora están las iguanas y los perezosos. (Nota al jefe: ¿Tal vez deberíamos tener un columnista basado en Costa Rica?).
Inversión en educación. Lo que diferencia a Costa Rica es su extraordinaria decisión en 1949 de disolver las fuerzas armadas e invertir en vez de eso en educación. El aumento de la escolaridad creó una sociedad más estable, menos propensa a los furiosos conflictos que han azotado al resto de Centroamérica. La educación también impulsó la economía y permitió al país convertirse en un gran exportador de chips para computadoras y mejorar la habilidad con el idioma inglés para atraer a “ecoturistas” estadounidenses.
No soy antimilitar, pero la evidencia es fuerte respecto a que es mucho mejor invertir en educación que en artillería.
En Costa Rica, los niveles educativos más altos también promovieron una impresionante igualdad de sexos, tanto que se ubica más alta que los Estados Unidos en el índice de la brecha entre sexos del Foro Económico Mundial. Esto permite a Costa Rica aprovechar a la población femenina de manera más productiva de lo que es cierto en la mayor parte de la región. De igual forma, la educación cultivó mejoras en la atención de la salud, con una expectativa de vida que ahora es casi la misma de los Estados Unidos –un poquito más largas en algunos conjuntos de datos, un tanto más corta en otros–.
Los niveles más altos de educación también llevaron al país a conservar su exuberante ambiente como un activo económico. Costa Rica es pionera en la ecología, tanto que introdujo un impuesto al carbono en 1997. El Índice de Rendimiento Ambiental, un trabajo en colaboración de las universidades de Yale y Columbia, coloca a Costa Rica en el puesto número 5 en el mundo, el mejor fuera de Europa.
Este énfasis en el ambiente no ha saboteado la economía costarricense, sino que más bien la ha apuntalado. En verdad, Costa Rica es uno de los pocos países adonde migran los estadounidenses, que se vienen para acá a disfrutar de una jubilación de bajo costo. Tengo el presentimiento de que dentro de 25 años veremos grandes comunidades de jubilados anglohablantes en las costas costarricenses.
Capital social. A los países latinoamericanos por lo general les va bien en las encuestas de felicidad. México y Colombia se ubican por arriba de los Estados Unidos en la satisfacción personal. Tal vez una razón es el énfasis cultural en la familia y los amigos, en el capital social por encima del capital financiero; pero, bueno, los mexicanos a veces se deslizan hacia los Estados Unidos, presumiblemente en pos de felicidad y activos.
Las comparaciones de felicidad entre países son controversiales e inciertas, pero lo que parece bastante claro es que la decisión de Costa Rica de invertir en educación en vez de armas, ha pagado altos dividendos. Tal vez la lección para los Estados Unidos es que debemos dedicar menos recursos a apuntalar ejércitos extranjeros y más a fortalecer escuelas, tanto en casa como en el exterior.
Mientras tanto, lo invito a que conduzca su propia investigación en Costa Rica, explorando esas magníficas playas o admirando a esos indolentes perezosos.
Es seguro que lo van a hacer sentirse feliz.